Imperativo

por Eulalio Pérez-Verdugo [seud.]
[Texto por J. Alberto Lizárraga Castro]

“Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo”.1
José Ortega y Gasset

El imperativo es, no sólo un adjetivo que denota vital y crucial importancia a una cosa, o modo en comando autoritario. Es también, un sustantivo que define algo, ya sea una idea o acción, como esencial o urgente.

Lo imperativo es seguir un código de reglas establecidas con argumentación social, eclesiástico-moral, ética, o política, para el beneficio general, nunca personal, y así, continuar con el orden perfecto del mundo.

De este modo, es imperativo aclarar, que todo aquello que es imperativo en este mundo, bajo cualquier sistema o precepto filosófico, en los rubros del arte, la cultura, la historia, la política, la literatura, y la moral, es cuestionable, y refutable.


Eres tan cuadrado/a que pareces cubista

Quiero que sepas, que aquella vez en que me prohibiste comprar el póster de Los Bañistas, o Escena de Verano, de Frédéric Bazille, sólo porque pensaste que una imagen con hombres semidesnudos, disfrutando de un lago y un parque, en perfecto estado homo fraternal, es demasiado homosexual para la sala de mi departamento (el cual pagas), me agravó profundamente. Dos días después, el día que nos despedimos, tu conducta me orilló a comprar un póster de Mondrian, que me vigila cada vez que veo pornografía alemana por prepago.

¿Recuerdas aquella ocasión en que quisiste llevarme al cine? Yo quise ver Borat porque había leído que era increíblemente escandalosa y graciosa. No lo pareció tanto cuando Borat, el personaje principal, trata de insertar un consolador en forma de puño a su compañero de viaje. Me miraste y salimos del cine antes de que terminara la película. Tuve que ofrecerte una disculpa, alegando con la verdad de mi lado, que no sabía de qué trataba la película.

Te dije que no limpiaras mi mueble, pero una vez que encontraste las diez mejores películas según After Elton, me amenazaste con tirarlas a la basura, aún cuando algunas de ellas eran importadas, y difíciles de conseguir.

No, no tiene nada de malo hacer una exposición sobre Walt Whitman ante toda la clase. Sí, tal vez mencioné que tenía relaciones con hombres, en completo secreto porque no había otra manera de hacer las cosas, pero aún así, parte de su poesía deja ver aquellas verdaderas pasiones.

Heil Kant! [nicht]

Si uno ha de embarcar en el viaje de la sexualidad, uno debe tratar de entender el tema del que se está hablando. Como una sociedad civilizada, no hemos tomado el tiempo de analizar la sexualidad de forma exhaustiva. La hemos tomado por sentado, continuado con las enseñanzas de todos aquellos que nos precedieron, y dejado el estudio a los más “calificados”. La experiencia no es suficiente.

El concepto del despertar sexual está basado, como cualquier otra etapa en la vida, en el desarrollo. La sexualidad, como un complejo proceso de identificación, evoluciona a través de periodos. Este desarrollo natural, comienza reconociendo el mundo que nos rodea, para entender nuestra propia naturaleza. La identificación sexual inicia con la pubertad, que es la madurez físico-sexual y la capacidad de reproducción. Sin embargo, la identificación sexual tiene dos componentes: el físico y el psicológico. Donde el primero no determina necesariamente, al segundo. Esta fase introductoria del despertar sexual (pubertad), hace a los adolescentes conscientes de sus genitales. Los humanos, como cualquier otra especie animal, tenemos necesidades sexuales primitivas, por lo tanto, tenemos un entendimiento intrínseco del propósito de nuestro cuerpo, pero no de nuestro ser. La evolución del ser, como un ser sexual, está moldeada por la percepción y el entorno. Un tema de naturaleza contra entorno; de la moral.

Ha sido establecido por la división física de la identificación sexual que los humanos tenemos necesidades primitivas de copulación, sin importar la finalidad del acto. Aún así, como animales superiores, hemos adquirido un elaborado proceso de copulación, de acuerdo a nuestros personales gustos sexuales (psicológico). El mundo que nos rodea nos provee de un menú para nuestra necesidades sexuales. Deseamos lo que vemos, y lo que no tenemos. Lujuriamos.

La lujuria es un ímpetu de placer sexual; deseo.2 Es una parte de ambos componentes de identificación sexual, y sus consecuencias son vastas. En el estudio de la metafísica*3* [de la sexualidad] encontramos dos corrientes opuestas de conocimiento: Los pesimistas y los optimistas, mientras ambos lidian con la lujuria.

Los pesimistas consideran el impulso sexual como denigrante y no compatible con las metas de la existencia humana. Es casi una amenaza a la vida civilizada, a otros, y a nuestro propio ser; el deseo sexual cosifica al ser humano. Uno de los pesimistas más controvertibles fue Immanuel Kant. Para él, la gente se vuelve un objeto del apetito, y rendirse a tales deseos corresponde a la denigración de la naturaleza humana.4 Para el filósofo contemporáneo Bernard Baumrin, “la interacción sexual es esencialmente manipulativa - física, psicológica, emocional, e incluso, intelectualmente”.5 Queremos ser atractivos y ocultar nuestros defectos.

Cada persona, especialmente durante la adolescencia, vive por el estigma de la apariencia. Nuestros rasgos físicos son una de los componentes más importantes que compartimos. La sexualidad, desde el punto de vista pesimista, es la inclinación por el sexo de otra persona, no el de un ser humano por otro ser humano.6 Debilita y compromete nuestra humanidad, haciéndonos bajar a un nivel animal. Las personas se convierten en objetos del impulso sexual, que es usualmente difícil de parar.
La sexualidad y las practicas sexuales son objeto de debate. Temas que en muchas ocasiones, parecen ser más secundarios que esenciales para el bienestar de la comunidad. Como pesimistas, Kant y otros filósofos consideraban la actividad sexual sólo moralmente permisible dentro de la santidad del matrimonio heterosexual.

Si los pesimistas ven la sexualidad como moralmente reprensible, los optimistas la ven como una parte común de la vida humana. Es una parte de nuestra evolución como especie superior, y sólo puede ser vista como una pieza integral de nuestro bienestar. La sexualidad es un mecanismo unificador que natural y felizmente vincula a las personas de manera sexual, y no sexual.7 Los optimistas reconocen la complejidad de las relaciones humanas y la sexualidad; cómo se profundizan con la actividad sexual y el afecto. Tenemos que promover el valor intrínseco del placer sexual, que no está, de ninguna manera, ligado a la procreación. El optimista Irving Singer describe que incluso cuando el interés sexual tiene parecido con el apetito, es diferente del hambre o la sed, siendo una sensibilidad interpersonal que nos permite deleitarnos tanto en la mente como en la piel de otra persona. El sexo puede ser visto como una respuesta instintiva hacia otra persona a través de nuestros cuerpos.8

En el Simposium de Platón, Pausanias, el experto legal, establece que la sexualidad en si misma no es buena ni mala. Él reconoce que la actividad sexual puede ser moralmente incorrecta o moralmente correcta, y propone una distinción entre el eros “vulgar” y el eros “celestial”. Una persona que tiene eros vulgar experimenta deseo sexual promiscuo, tiene una lujuria que puede ser satisfecha por cualquier compañero sexual, y egoístamente busca sólo su propio placer. En contraste, una persona que tiene eros celestial experimenta deseo por una persona. El o ella está interesado/a en la personalidad de la persona, de igual manera que se preocupa por tener satisfacción sexual con la otra persona.9 Como Alan Bloom menciona en Love and Friendship: “Los animales tienen sexo y los humanos tenemos eros, y ninguna ciencia exacta [o filosofía] es posible sin hacer esta distinción”.10

Si el sexo es una parte de nuestras vidas, no sólo como componente personal, sino social, requiere lineamientos para ser juzgado. Estos lineamientos subjetivos son la moral. ¿Por qué nos preguntamos si un acto sexual es natural o perverso? Las evaluaciones morales nos ayudan a entender lo que es natural y lo que no lo es. La moral complementa nuestra visión de la naturaleza humana. ¿Qué es natural en el deseo sexual humano?, ¿Qué es la perversión sexual? Para muchos, especialmente pesimistas y filósofos cristianos, todo fuera de la conducta heterosexual convencional es perverso. La bestialidad, homosexualidad, e incluso la masturbación (que es también un acto heterosexual), son los peores pecados. Hoy en día aún nos preguntamos qué es moralmente permisible, pero encontramos respuestas sin argumentos razonables.

¿Deseamos? Y si es así, ¿estamos lastimando a otra persona mientras nos imaginamos a el o ella como objeto de nuestros deseos? ¿Estamos rechazando nuestra humanidad si nos masturbamos?

El filósofo Roger Scruton dice: “la masturbación existe en dos formas: una, en donde alivia un periodo de aislamiento sexual, y es guiada por una fantasía de copulación; la segunda, en donde la masturbación reemplaza el encuentro humano, y quizás lo hace imposible, reforzando el terror humano, y simplificando el proceso de gratificación sexual”.11 Para Jean Jacques Rousseau, la masturbación es violación mental. Evita el encuentro personal. Y Kant, tiene una eterna, y algunas veces ilógica batalla, con la masturbación.

La filosofía es peligrosa. Parece ser un argumento dramático, pero la mayoría de las personas no lo ven. Si una actividad sexual es sólo definida como tal, basada en el placer, una víctima de violación que no disfruta el acto sexual, ¿no es violada? Si los hombres tienen roles específicos en sociedad, ¿los hombres con tendencias femeninas deben ser tratados como objetos porque denigran su humanidad? Las ideas definen carácter y conducta.

El sexo es un tema difícil. Las personas no se sienten cómodas hablando de sexo. Explorándolo. El entendimiento de la sexualidad es actual, educacional, y representa progreso.

Daphne Merkin brillantemente dice: “todos estamos destinados a habitar islas sexuales creadas a partir de nuestra propia idiosincracia… Las imaginaciones eróticas siempre han sido tan diversas como las huellas dactilares”.12

La sexualidad es vasta, y diferente para cada persona. Lo ideal es ser tu mismo, bajo tus propios términos.

Pero, ¿Cómo se refleja el sexo y genero; la sexualidad, en el mundo actual?, ¿Cómo enfrentan mujeres y hombres su ser y sus deseos?

Entonces… ¿Eres feminista?

En la República Democrática del Congo, Alliance Ntakwinia, una mujer casada de 22 años, y madre de cuatro, fue violada por cuatro hombres que entraron sigilosamente a su casa, y sometieron a su marido.

En Pakistan, Malala Yousafzai, una niña que llamó por primera vez atención internacional a la edad de 11 años, cuando empezó a escribir un blog para BBC Urdu, fue herida de bala mientras iba de regreso hacia su casa, desde la escuela. Ella sobrevivió el ataque, y ahora como una adolescente, es una de las más grandes defensoras de la educación infantil.

En Rusia, un gran número de jóvenes no identificados han sido torturados y acosados por grupos neo-Nazi y anti-homosexual. Supuestamente sin recibir castigo alguno desde la aprobación de la ley de “Propaganda Gay”, firmada por el presidente Vladimir Putin.

Estadísticas de la oficina de Drogas y Crimen de las Naciones Unidas, en asalto, que por definición significa ataque físico contra el cuerpo de otra persona, resultando en heridas serias, indica en un lapso de nueve años (2003-2011), que el asalto no ha disminuido en más de 80% de los países usados en el estudio. Los cifras están incrementando o se mantienen igual. En los Estados Unidos, de acuerdo a información del Buró Federal de Investigación, en 2011, 6,222 crímenes de odio fueron reportados, involucrando 7,254 ofensas, donde 1,508 fueron basadas en orientación sexual.

Éstos violentos crímenes cometidos al rededor del mundo encajan en diferentes categorías, lo que hace tener un número exacto y actual, difícil de recabar. Pero algo podemos percibir de los muchos estudios hechos en el tema: los hombres, son típicamente, más violentos y abiertos a la violencia, que las mujeres. Aún más, las minorías son, y han sido las más afectadas por el último efecto de la segregación: la violencia.

Para interpretar los efectos de la segregación, y qué significa en el mundo actual, yo empezaría con dos silogismos:

Primer silogismo: La conducto homosocial puede exacerbar la segregación, y finalmente la violencia.

Segundo silogismo: La homosocialidad provee distinciones entre la masculinidad hegemónica y la masculinidad no hegemónica, a través de la segregación de grupos sociales.

Empecemos comprendiendo las diferentes perspectivas de la homosocialidad.

Empezando con una definición básica, la homosocialidad es un vínculo social entre personas del mismo sexo, sin embargo, el término también aplica para muchas otras complejas connotaciones. Frank G. Karioris, maestro en desarrollo social, y asistente de investigación en asuntos de hombres en relación a equidad de género, escribió un ensayo sobre la homosocialidad, donde él analiza y compara diferentes puntos de vista tratando de entender el fenómeno. Empezando con el libro de Michael Kimmel, Guyland, Karioris determina que la homosocialidad es un estado de libertad sin ninguna responsabilidad hacia otros. Una manera de escapar la edad adulta, encontrando tu propia masculinidad. En éste “edén homosocial, no corrompido por las responsabilidades sociales de la edad adulta”,13 las mujeres no tienen entrada. Ellas son vistas como vacaciones temporales, porque sus verdaderos compañeros de vida, almas gemelas, son sus “hermanos”.

Es importante mencionar que el comportamiento homosocial de Kimmel, aplica a hombres heterosexuales, y no a hombres homosexuales.

En yuxtaposición, Karioris menciona, entre otras cosas, el enfoque de E. Anthony Rotundo en el comportamiento homosocial. E. Anthony Rotundo es un instructor en historia y ciencias sociales, en la Academia Phillips, en Andover, Massachusetts. Para él, la homosocialidad tiene un enfoque más histórico. Sus estudios se enfocan en un periodo de tiempo más específico, con hombres blancos heterosexuales. Estudiando cartas y diarios, Rotundo identifica una relación más íntima entre hombres. Desde su punto de vista: “al borde del romance”.14 No es sólo acerca de las relaciones homosociales, sino también su naturaleza afectiva. Una naturaleza que Rotundo dice: “Fue mayormente limitada a los años entre la niñez y la edad adulta”.15

La homosocialidad, aunque intrincada, tiene elementos muy específicos que no podemos juzgar en su totalidad: la juventud y la edad adulta, y la construcción heterosexual del matrimonio. Pero la homosocialidad es más compleja, y un ingrediente primario de todas las relaciones entre hombres.

En su complejidad, Jean Lipman-Blumen, en su libro, Towards a Homosocial Theory of Sex Roles: An exploration of the Sex Segregation of Social Institutions, ve la homosocialidad como “la búsqueda de felicidad, y/o la preferencia por la compañía del mismo sexo”.16 Aún más, para Lipman-Blumen, la homosocialidad promueve distinciones entre hombres y mujeres a través de instituciones sociales de segregación.

Y consistentemente con el goce del mismo sexo, nuestro segundo silogismo expresa el efecto de diferentes tipos de masculinidad.

Estas ideas colisionan para enseñarnos que el hombre moderno es aún una obra de arte sin terminar; en proceso de entendimiento. La homosocialidad, tanto en hombres como mujeres llega como un ritual, uno que clasifica y desarrolla deseos, para ser la persona en la que nos queremos convertir, y ya que enfrenta desarrollo, la homosocialidad puede divergir la personalidad en diferentes caminos. Puede ser o no ser un camino interminable de irresponsabilidad, o una aversión al matrimonio, pero ciertamente, una mezcla amenazante entre el desarrollo social, y la crianza ambiental, creando fuertes lazos entre hombres que son parecidos, y débiles entre los hombre que no lo son, o el sexo opuesto.
Llegados a este punto, es importante recordar que la homosocialidad no siempre lleva a la segregación, pero sí es una fuerte creencia de este escritor, que la homosocialidad influencia la forma en que las minorías son afectadas.

Con eso dicho, tanto los hombres como las mujeres, son violentos. Como mencioné anteriormente, se cree que los hombres son históricamente más físicamente agresivos. En esta segunda parte del tema, necesitamos enfrentar: agresión, las diferencias entre sexo y género, y los factores que culminan en la segregación.

La agresión puede ser física, mental, o verbal. La agresión es también la iniciación de la violencia y encaja en dos categorías: Física y psicológica. Todos los animales en el mundo son agresivos, y eso nos incluye a nosotros humanos, aunque nuestro comportamiento agresivo es más complejo por factores como: capacidad intelectual, cultura, moral, y situaciones sociales.

Ahora, aunque ambas palabras son usualmente usadas intercambiablemente, sexo y género son cosas diferentes. Cuando hablamos de sexo, nos referimos al sexo biológico. El hecho de nacer con genitales masculinos o femeninos. Cuando hablamos de género, nos referimos a estilo de vida, identificación propia de sexo-genero, y la construcción social de los que significa ser hombre, o ser mujer.

Agreguemos un primer factor externo, uno que incrementa la segregación: la cultura.

La cultura es distintivamente humana, y juega un rol en la segregación. Mientras la cultura engrandece el ímpetu de crecer como sociedad, es también nuestra característica más arqueológica y antropológica. Para el profesor Lawrence Keeley, el “salvaje pacífico”17 es un mito sin fundamentos. Muchas sociedades no tienen posesiones por las cuales pelear, pero aún podrían entrar en conflicto sobre estatus y oportunidades de procreación.

Me pregunto: si mezclamos referencias culturales con las necesidades individuales de la homosocialidad, y añadimos otros factores externos como: alcohol, drogas, frustración, objetos de violencia, estrés post traumático, ¿qué podemos obtener? Creo, violencia. Una violencia que crece y toma forma, no a partir del odio, sino de factores internos y externos. Un hombre puede no violar a una mujer en India a causa de odio, pero sí porque ve la oportunidad de hacerlo. Una oportunidad que su cultivado, pero incivilizado ser, ve como una forma de satisfacer sus necesidades primitivas, y ganar el supuesto respeto entre hombres. La masculinidad hegemónica sobre otros. Como matar dos pájaros con una piedra.

Estas profundas y complejas relaciones entre naturaleza y crianza, nos hacen increíbles, pero peligrosos. Hay muchas teorías y políticas diferentes que permiten la segregación, pero la segregación individual o colectiva puede nacer sin instituciones. El Estado, en muchos países, tiende a crear políticas de integración para prevenir la discriminación sexual, o aliviar la segregación ocupacional, pero no siempre la segregación de género.

El profesor Andrew Koppelman ilustra la segregación de sexo, género (y orientación sexual) de manera brillante:

“Si Lucy puede casarse con Fred, pero Ricky no puede casarse con Fred, entonces (asumiendo que Fred es un esposo deseable para cualquiera de los dos) Ricky está sufriendo de una desventaja legal por su orientación. Si un negocio despide a Ricky, o si el Estado lo persigue legalmente, por sus actividades sexuales con Fred, mientras estas acciones no serían tomadas en contra de Lucy si ella hiciera exactamente lo mismo con Fred, entonces Ricky está sufriendo de una desventaja legal por su sexo y orientación sexual”.18

Eventual y finalmente, llegamos a una aguda realidad: la religión. Es la creencia de este escritor, que la religión es una de las grandes vías de segregación social. La segregación de género, orientación sexual y sexo puede y ha sido motivada por la religión. Ejemplos básicos son: la forma en que la Iglesia Católica no tiene mujeres sacerdotes, y la Iglesia Ortodoxa Rusa caza y condena entre otras cosas, la homosexualidad.

Diferentes tipos de masculinidad hegemónica a no hegemónicas, necesidades homosociales, teorías, cultura, y/o desarrollo biosocial, conllevan a la segregación de sexo y género que afectan al mundo el día de hoy. Es una responsabilidad social que tenemos que aceptar. Nosotros podemos estar en la gloria de nuestra evolución, en nuestra era más avanzada, pero eso no nos hace desarrollados. El humano del siglo 21 aún necesita probarse a si mismo merecedor de los logros que hemos alcanzado. Necesitamos llegar a un entendimiento acerca de lo que nos define como humanos, lo que define nuestros desarrollo, y críticamente analizar lo que nos rodea, y lo que dicta nuestras vidas. De lo contrario, podemos enfrentar los mismos errores del pasado; creo que ya lo estamos haciendo. Recordemos el viejo aforismo: “Si no está roto, no lo arregles”.

¿Un nuevo mundo?

En búsqueda de sentido, encontré entre mis archivos a James Wright, quien en su poema, Lying in a Hammock at William Duffy’s Farm in Pine Island, Minnesota, escribió:

“Me reclino mientras la tarde se oscurece y avanza.
Un gavilán pollero flota en lo alto en busca del hogar.
He malgastado mi vida”.

Estas breves lineas me han dejado una fuerte impresión. Y es que su simplicidad, que es la de todo el poema, no puede ser más clara. El precio que se ha de pagar por la conformidad del ser, es muy alto. Permanecer callados ante nuestras circunstancias, es la falta más grande que podemos cometer. Nuestra oratoria y retórica en los variados campos de la ciencia, el arte y la sociedad pueden parecer apaciguadores, pero no son suficientes si no hacemos un intento colectivo de mejorar las condiciones que nos hacen seres superiores. Nuestra vida está marcada en cada acto que realizamos. Nuestro más íntimo ser está ligado a cada acción que cometemos. Estamos expuestos. ¿Qué significa la libertad, sino el camino a la individualidad y el engrandecimiento intelectual? La apatía colectiva hará que perdamos nuestra humanidad, en este nuestro gran y multicultural mundo.

Nota final: Al finalizar de leer este ensayo, regrese al inicio, y vuelva a empezar.


1 Ortega y Gasset, José, “Meditación preliminar” en: Meditaciones del Quijote, Imprenta Clásica Española, Publicaciones de la Residencia de Estudiantes, Serie II, España, 1914, p.43.

2 Alan Soble ‘Philosophy of Sexuality’, Drexel University, 10/5 (2009), [www.iep.utm.edu/sexualit](www.iep.utm.edu/sexualit), accessed 10 October 2013.

3 La metafísica tiene dos corrientes principales: La que mantiene que lo que existe está por debajo de la experiencia (argumentado por Platón), y la que mantiene que los objetos de la experiencia constituyen la única realidad (argumentado por Kant, los positivistas lógicos, y Hume). La metafísica también se ha preocupado con la discusión sobre si lo que existe está constituido por una sola substancia, o muchas, y si lo que existe es inevitable, o deriva de la oportunidad.

4 Kant, Immanuel. Lectures on Ethics. Translated by Louis Infield. New York: Harper and Row, 1963.

5 Baumrin, Bernard. “Sexual Immorality Delineated,” in Robert Baker and Frederick Elliston, eds., Philosophy and Sex, 2nd edition. Buffalo, N.Y.: Prometheus, 1984, pp. 300-11.

6 Kant, Immanuel. Lectures on Ethics. Translated by Louis Infield. New York: Harper and Row, 1963.

7 Alan Soble, ‘Philosophy of Sexuality’, Drexel University, 10/5 (2009), www.iep.utm.edu/sexualit, accessed 10 October 2013.

8 Singer, Irving. The Nature of Love, vol. 2: Courtly and Romantic. Chicago, Ill.: University of Chicago Press, 1984.

9 Alan Soble, ‘Philosophy of Sexuality’, Drexel University, 10/5 (2009), www.iep.utm.edu/sexualit, accessed 10 October 2013.

10 Bloom, Allan. Love and Friendship. New York: Simon and Schuster, p.19, 1993.

11 Sexual Desire: A Moral Philosophy of the Erotic (New York: FreePress, 1986), p. 317.

12 Daphne Merkin, “Eros Redux,” The New Yorker (27 December 1993& 3 January 1994), pp. 154-59, at p. 154.

13 Michael S. Kimmel, Guyland: The Perilous Where Boys Become Men, (New York: HarperCollins, 2009), 4.

14 E. Anthony Rotundo, American Manhood: Transformations in Masculinity from the Revolution to the Modern Era, (New York: BasicBooks, 1993), ix.

15 ibid

16 Jean Lipman-Blumen, Towards a Homosocial Theory of Sex Roles: An Exploration of the Sex Segregation of Social Institutions, (Signs 1-3), 16.

17 Keeley, L. H., War Before Civilization, (New York: Oxford University Press, 1996.)

18 Koppelman, Andrew, *The Gay Rights Question in Contemporary American Law, (University of Chicago Press, 2002).

 
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