“El Caleidoscopio del Universo” de A.L. Marlowe [featured in Revista Ataraxia]  

El siguiente pasaje pertenece al capítulo III del audiolibro “El Caleidoscopio del Universo”, de A.L. Marlowe, que en su primera edición en papel fue publicado por B&S Publishing House, Nueva York, 1983. Entre la primera edición impresa y la grabación a la que se alude existen cambios de importante relevancia.

[…]

En sus primeros días hubo sol y luna; el sabor de los melocotones dilatando sus papilas gustativas contra la cremosidad de la leche bronca; los aullidos de los coyotes y el abrazo de su madre. ¿En qué podrían creer los infantes cuando nacen? El mundo que nos rodea es un embudo de percepciones corpóreas e incorpóreas que presentan ante nosotros, y así, ante los infantes, una imagen no más ni menos real que la del resto de las personas que cohabitan el planeta Tierra. La realidad, en su definición más ontológica, es absolutamente equitativa, y por lo tanto el mundo que cada uno observamos es solamente una muestra de las muchas caras que el universo infinito nos ofrece.

EL GATO DE SCHRÖDINGER

En 1935, el ganador del Premio Nobel de Física, Erwin Schrödinger, propuso su famosa paradoja en el siguiente experimento teórico:

Un gato es colocado dentro de una caja metálica junto a un contador Geiger —detector de partículas radioactivas formado por un cilindro que contiene una mezcla de gases y por un sistema eléctrico que se activa cuando una partícula entra en contacto con los gases— una ampolla de veneno, un martillo, y una substancia radioactiva. Cuando la substancia radioactiva decae, el Geiger lo detecta y activa el martillo para liberar el veneno, que subsecuentemente mata al gato. El decaimiento radiactivo es un proceso aleatorio, y no hay manera de saber cuándo pasará. Los físicos dicen que el átomo existe en un estado conocido como superposición —en decaimiento y no decaimiento al mismo tiempo.

Hasta que la caja es abierta, el observador no sabe si el gato está vivo o muerto —porque el destino del gato está intrínsecamente atado a si el átomo ha decaído o no, y el gato estaría, como Schrödinger apunta “vivo y muerto en partes iguales” hasta que es observado. Sin abrir la caja, el estado del gato es completamente desconocido, y por lo tanto el gato es considerado vivo y muerto al mismo tiempo hasta que es observado.

Inmediatamente después de ver al gato, el observador sabría si éste está vivo o muerto y la “superposición” del gato —la idea de que se encontraba en ambos estados— se colapsaría en el conocimiento que el gato está vivo o muerto, pero no ambos.

En el corazón de la teoría cuántica —que es usada para describir cómo funcionan las partículas subatómicas como los protones y electrones— está la idea de la función de onda. Una función de onda describe todos los posibles estados que tales partículas pueden tener, incluyendo propiedades como energía, momento, y posición.

Así, la función de onda de una partícula nos dice que puede tener cualquier posición de onda, cualquier estado. Pero no necesariamente saber qué posición o estado sin ser observada. En un sistema físico sin observación no sé puede decir lo que algo hace pero por el mismo principio puede ser cualquier cosa, por pequeña que sea la probabilidad.

Las interpretaciones de la paradoja de Schrödinger han sido variadas, pero sin duda su entendimiento y aportaciones a la teoría cuántica han abierto un panorama alentador a la forma en que las personas percibimos nuestra realidad y las creencias que acompañan nuestras normas sociales en una coalición sin precedente entre relatividad, objetividad, dogma, y caos.

Tomemos por ejemplo al filósofo —entre otros títulos— Cornelio Agripa. En una de sus más notables obras, De Occulta Philosophia, Agripa discute los poderes de la magia ceremonial —desde el Hermetismo— y su relación con la religión. Inspirado por los textos de Johann Reuchlin y otros filósofos herméticos, investigó el mundo del esoterismo y ocultismo para enfatizar la exploración de la naturaleza principalmente a través de la magia y Kabbalah en actitudes menos teosóficas que sus contemporáneos. En De Incertitude, Agripa argumenta que el conocimiento no puede tener valor al menos que sea guiado por la fe. Es así como en De Occulta Philosophia pretende utilizar la magia como instrumento de conocimiento.

Desde la teoría de Schrödinger el conocimiento, y creencias, de Cornelio Agripa son tan reales como sus más antagónicos razonamientos.

Imaginemos entonces el cuadrado mágico de orden 3 consagrado a Saturno en De Occulta Philosophia. Un cuadrado mágico es la configuración de números enteros en un cuadrado de forma tal que la suma de cada número en cada fila, columna, y diagonal dan el mismo resultado. En nuestro caso el número 15.

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Basados en el sello de Saturno, y grimorios contemporáneos a De Occulta Philosophia podríamos decir que la suma de todos sus lados, 15, es también el número 6. Que a su vez invertido es 9 en cada cuadro, y así, abrir las puertas del infierno.

Este supuesto no indica que Cornelio Agripa haya buscado a Satanás, sólo la posibilidad de que el cuadro mágico, según Schrödinger, sea con o sin observación o evidencia, real.

Las diferentes interpretaciones de la teoría de Schrödinger pueden variar en la forma en que una o más funciones de onda interactúan con el observador, pero se asemejan en su creencia de varias realidades en distintos puntos del espacio-tiempo.

En el contexto social actual, donde las creencias dirigen la vida de los ciudadanos, sus decisiones sociales, dogmáticas, y políticas, la apertura de conocimiento parece más imprescindible que nunca. Volvemos a la Edad Media, con actitudes fehacientes basadas en una creencia que, sin lugar a duda, no es mejor ni más real que otras.

El mundo es, ha sido siempre, un lugar que alberga muchos mundos. Carl Sagan ha dicho ”El escrutinio escéptico es el medio, en ambas ciencia y religión, por el cual pensamientos profundos pueden ser separados del profundo sinsentido”.

Ahora más que nunca, con conocimiento, las posibilidades son infinitas.

Text by Alberto Lizárraga

 
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